BUENOS AIRES LÍRICA - La experiencia de la opera
 
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I CAPULETI
E I MONTECCHI
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Por Claudio Ratier

Competencia con Donizetti

Para la temporada 1830/1831, los milaneses hicieron sendos encargos a Bellini y Donizetti para el Teatro Carcano. Donizetti eligió Anna Bolena y Bellini Ernani, ambas con libreto del fructífero Romani. No es nuestro tema ocuparnos del clamoroso éxito del primer capolavoro donizettiano, pero sí remarcar que no poco preocupó a Bellini mientras elaboraba su ópera imposible: cada vez que se daba una coincidencia de este tipo, irrumpía en su humor la mala predisposición hacia su colega. Según la fabulosa versión de Florimo, el mal ánimo de Bellini no se debió a la envidia o al orgullo, como se aseveró, sino que en realidad obedeció a sus “deseos de gloria”. En otras palabras, Bellini estaba muy preocupado y juzgaba imposible conquistar a los milaneses en el campo de la tragedia, luego del éxito de Anna Bolena. Por esta razón fue a visitarlo a Romani, para transmitirle su decisión de cambiar de planes: competir con Donizetti con un drama y en ese momento era una locura. En su lugar eligió componer una ópera bucólica del tipo de Nina, pazza per amore de su adorado Paisiello, con tanta persistencia que a pesar de que el libreto de Ernani estaba casi terminado, logró que el poeta le escribiese La sonnambula. La música del drama descartado también estaba avanzada, pero utilizó mucho de ella para el próximo título, del que en breve nos ocuparemos luego de concluir este punto.

En su biografía de Donizetti, William Ashbrook ofrece otra versión acerca del mencionado cambio de planes. Nos enteramos de que no fue Bellini sino Romani, quien decidió abandonar el proyecto de Ernani cuando se dio cuenta de que la censura austríaca lo obligaría a realizar drásticos cambios, si persistía en su tarea. Es que el poeta era de ideología conservadora y jamás iba a enfrentarse a la autoridad constituida. Mucho le importaba que considerasen su buena conducta, lo que le reportó en 1834 ser nombrado director de la Gazzeta Ufficiale Piemontese.

Como para caldear los ánimos de Bellini, mientras la noche del 26 de diciembre de 1830 Anna Bolena triunfaba en el Carcano, el estreno milanés de I Capuleti e i Montecchi en la Scala no despertó nada parecido; pero a los pocos meses, sobre el mismo escenario donde se había aclamado la ópera de su colega, el compositor tuvo su revancha ante el público lombardo.

La competencia con Donizetti en realidad se remontaba a 1828, cuando este escribió Alina, regina di Golconda para el Carlo Felice de Génova. En Milán se renovó en el mencionado período, para repetirse en el bienio 1831/1832 y por último en París hacia 1835.

Retomamos el hilo y lo cierto es que tras la fallida Ernani, por segunda vez (anteriormente fue con I Capuleti e i Montecchi) Bellini debió escribir en tiempo record. La sonnambula se estrenó en el Carcano de Milán el 6 de marzo de 1831, representó un triunfo y sus intérpretes principales fueron Giuditta Pasta y Giovanni Battista Rubini. Su atmósfera es la del ensueño pastoral y el idilio bucólico, teñida por un aura tenue e ideal, que contrasta profundamente con la creación que le sigue, a su vez y con mucha razón considerada la más grande de sus óperas.