Por Claudio Ratier
  Iluminados por la razón

Luz y moral

La ópera de rescate

Fidelio

Acerca de las oberturas

Estreno en Buenos Aires

Fidelio

El estreno de Lodoïska de Cherubini en el Theater an der Wien sucedió en 1802, gracias a la iniciativa del empresario Emanuel Schikaneder (autor del texto de Die Zauberflöte de Mozart). Esto entusiasmó mucho a Beethoven, quien, según se dice, decidió competir con su admirado Cherubini. Establecido definitivamente en la capital imperial, el compositor atravesaba su período más fructífero, conocido como el período del “estilo heroico” (1803-1814). Durante esos años produjo grandes obras entre las que mencionamos a los cuartetos Razumowsky, las sinfonías 3°, 5°, 6° y 7°, el Concierto para piano y orquesta n°5 “El Emperador” , o la Sonata Kreutzer . Su empleo de las estructuras, a modo de una imponente arquitectura sonora enriquecida por el entramado instrumental, el alto vuelo en el empleo de la forma sonata, la armonía y la personal línea melódica, alcanzan durante esa época su perfección y madurez. Fidelio también pertenece al período heroico.

Al año siguiente del estreno de Lodoïska , Schikaneder le encargó a Beethoven la composición de una ópera para el Theater an der Wien. Le armó un departamento en el teatro para que trabajase en paz y puso a su disposición un libreto de su autoría titulado Vestas Feuer ( El fuego de Vesta ). Beethoven no experimentó mucho entusiasmo y cuando estuvo a punto de abandonar la idea de componer para la escena lírica, el teatro cambió de dueño y el nuevo administrador, Joseph Ferdinand Sonnleithner, le propuso que compusiese su ópera sobre el texto mencionado líneas arriba: Léonore ou l'amour conjugal , de Jean-Nicolas Bouilly, un tema tan conocido como exitoso. Atrás quedó la idea de Vestas Feuer y Beethoven comenzó a componer su Rettungsoper sobre una adaptación al alemán del original francés, obra del mismo Sonnleithner. La ópera de rescate de ideología revolucionaria, encontraba en Viena y gracias a Beethoven su culminación y su expresión más perdurable.

Si pensamos que entre el estreno de la primera versión de Fidelio y la definitiva median nueve años, podremos concluir que el arduo trabajo de revisión dio como resultado la concreción del objetivo. Es fácil y hasta reiterativo señalar alguna incongruencia en el libreto (¡cuántas óperas que gozan de eterna fama presentan incongruencias en sus textos, a veces mucho más acentuadas!), o el peculiar tratamiento de algunos pasajes vocales (aria de Don Pizarro, aria de Florestan, ambas con inconvenientes de tesitura y frases muy difíciles de articular). Pero algo se impone y es el resultado de la suma de la complejidad en el tratamiento de la instrumentación, las sugestivas armonías, los recursos rítmicos y los personales giros melódicos, que le otorgan al libreto en sus momentos clave la identidad de un mensaje humanístico profundo y conmovedor (pensemos en el cuarteto, el aria de Leonore o el coro de prisioneros del primer acto; el aria de Florestan, el dúo Florestan-Leonore, o el gran final del segundo, auténtica premonición de An die Freude ). Fidelio es el canto de Beethoven al amor y sacrificio de una esposa, a favor de la libertad y los derechos del hombre y en contra del abuso, la injusticia y la tiranía.

La versión original de Fidelio se estrenó en el Theater an der Wien el 20 de noviembre de 1805. El autor quiso llamarla Leonore , pero debió desistir a pedido de la dirección para que no se la confundiera con las óperas homónimas de Gaveaux y Paër. Estaba estructurada en tres actos: el primero presentaba a Leonore y su conflicto, en contraste con la doméstica superficialidad de Marzelline, Jaquino y Rocco: dos mundos opuestos que se cruzan en el interior de una cárcel; el segundo comenzaba con la llegada de Pizarro, centro principal de atención durante el acto; el tercero mostraba a Florestan, su reencuentro con Leonore y la culminación, con la derrota de la tiranía y la llegada de la libertad y la justicia por obra de un deus ex machina (Don Fernando). Con la dirección del compositor, se ofreció ante un auditorio formado por oficiales franceses que no entendían una palabra de alemán y resultó un fracaso. A pesar de la incomprensión de aquellos soldados que no sabían lo que escuchaban, la ópera pedía una honda revisión. La primera y finalmente única incursión de Beethoven en el género lírico, antes de llegar a su mejor forma debió esperar años. El primer replanteo data de 1806 pero poco se sabe sobre esto, salvo que se realizaron cortes, a veces excesivos, y un detalle importante: los dos primeros actos quedaron unificados.

Afrontar entre otras tareas una síntesis dramático-musical más convincente, fue necesario para llegar al resultado último tal como lo apreciamos hoy. Algunos números quedaron, otros definitivamente no, se recuperaron momentos que en la versión de 1806 se descartaron (por ejemplo la mozartiana aria de Rocco del acto primero), otros se corrigieron o se reescribieron por completo (es muy interesante comparar el aria de Leonore del primer acto en su concepción original con la versión que comúnmente escuchamos, más sintética y más apropiada a la naturaleza de la voz humana). Para la revisión del texto colaboró Friedrich Treitschke y el estreno de esta versión definitiva tuvo lugar en el Kärntnerthortheater de Viena el 23 de mayo de 1814. A pesar del éxito obtenido y del reconocimiento posterior de compositores como Berlioz o Wagner, sin descartar las comprensibles preferencias del público por otras partituras beethovenianas, Fidelio no gozó de tanta popularidad en el siglo XIX como en el XX, prestigio que hoy mantiene su vigencia. Al escucharla nos encontramos con que muchos de sus momentos de gran inspiración, están a la altura de la mejor música del autor: ¿el cuarteto del primer acto no es un buen ejemplo de esto? El mensaje que nos transmite Fidelio está más allá de las épocas y de las fronteras, y por su universalidad ha resistido las más variadas concepciones escénicas.


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