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Lucrezia Borgia
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Por Claudio Ratier

Una vida fabulada

Sumergida en una leyenda que podría haber salido de la pluma del Marqués de Sade, Lucrezia Borgia fue hija de una unión ilegítima, tuvo en sus venas sangre valenciana y vivió entre 1480 y 1519. Su padre, Roderic Llançol de Borja (así era la grafía original del apellido), fue un poderoso aristócrata español que más tarde se convertiría en el papa Alessandro VI, y su madre, Giovanna de Candia dei Cattanei, ostentó el título de condesa. No se conoce un retrato de Lucrezia cuya autenticidad se pueda confirmar y a lo largo de su vida desposó a Giovanni Sforza, Señor de Pesaro; Alfonso de Aragón, Príncipe de Salerno, y Alfonso d’Este, Príncipe de Ferrara (la ópera que se ofrecerá esta noche y cuya trama no guarda rigor histórico, la encuentra unida a este último). Su hermano no fue otro que Cesare Borgia y la sangrienta leyenda en torno a ella, la involucra con las intrigas de palacio y los crímenes perpetrados por su padre y su hermano, eternamente conocidos por su ambición ilimitada y su falta de escrúpulos.

Cuando Alessandro VI decidió anular la primera de las uniones conyugales de su hija, porque ya no le importaba la familia Sforza sino una alianza más adecuada a sus planes, el frustrado cónyuge acusó a Lucrezia de cometer incesto con su hermano y con su progenitor. Entre esa desunión y el siguiente matrimonio la dama permaneció recluida en un convento, donde contra todo cálculo quedó encinta; el autor habría sido un tal Perotto, mensajero de su padre y único enlace entre la reclusa y el mundo exterior. Más tarde su siguiente marido, Alfonso de Aragón, fue mandado a asesinar por Cesare: según la leyenda por celos de su hermana y porque Alfonso habría sido bien parecido (se dice que la sífilis causó estragos en el cuerpo de Cesare y que su rostro quedó tan desfigurado, que comenzó a utilizar máscaras para ocultar las cicatrices, cosa que lo habría acomplejado mucho). A pesar de su juventud Lucrezia acumulaba poder, cuando le llegó la ocasión de desposar a su tercer y último marido, también llamado Alfonso, de la casa D’Este y Príncipe de Ferrara. Establecida en esa ciudad, gracias a la nueva unión se convirtió en Duquesa. Llegó a tener en total 9 hijos y la muerte la sorprendió a los 39 años.

Lo cierto es que una noble y maquiavélica familia del Renacimiento, en insaciable carrera por el poder como fueron los Borgia, daba material de sobra para todo tipo de rumores devenidos leyenda. Los más conocidos son el del anillo hueco donde Lucrezia depositaba el veneno que vertía en las copas de sus víctimas, y las relaciones incestuosas con su padre y con su hermano. Si estos dos fueron poderosísimos y capaces de todo para mantener y acrecentar su poderío, cabe preguntarse cómo habrá sido la vida de Lucrezia en un mundo masculino y corrupto, del que probablemente haya sido víctima y tan solo una sobreviviente.

Pero ese aspecto negro y legendario cuya veracidad no se ha podido comprobar, es el que cautivó la imaginación de literatos como Victor Hugo, autor del drama que a su vez inspiró la ópera de Donizetti.
 

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