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Rigoletto
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Giuseppe Verdi
Comentario

Contra las adversidades

Hacer referencia a un Verdi agotado por el ritmo de trabajo febril, es un lugar común que aparece cada vez que nos asomamos a ciertos años de su vida. Es que tal mención resulta inevitable y aunque previamente a la composición de Rigoletto aquel ritmo impuesto por los plazos de los encargos teatrales comenzara a disminuir, sus consecuencias aún repercutían sobre su salud. Tampoco se descartan como factor de stress los problemas de índole personal, como la desaprobación que causaba en la comunidad de Busseto su convivencia con la soprano Giuseppina Strepponi. Célebre cantante y creadora del rol de Abigaille en Nabucco (Scala de Milán, 1842) fue la segunda esposa de Verdi hasta la muerte, pero sus hijos no reconocidos, sumada una unión que aún no contaba con la bendición de la iglesia, eran motivo de escándalo y de comentarios hostiles. Los problemas económicos con respecto a sus padres también llamaban a la puerta y esta suma de contrariedades llevó al compositor a recluirse en su propiedad rural de Sant’Agata, y a que su contacto con el mundo exterior fuese sólo a través de la correspondencia.

Desde 1849 Giuseppe Verdi tenía en mente la pieza teatral El rey se divierte de Victor Hugo, a cuyo protagonista, el bufón Triboulet, apreció como una de las más grandes creaciones del teatro universal. Consideraba a Nápoles como la destinataria de su nueva ópera, pero todo quedó en la nada por los conflictos potenciales con la censura (este problema acompañaría a Rigoletto durante toda su gestación). Descartada la posibilidad y con miras a la temporada 1850-1851, Verdi se contactó con La Fenice de Venecia a través de su amigo y libretista Francesco Maria Piave. Consciente de los problemas que podían desatarse, le encomendó que tomase contacto con personas influyentes para obtener la autorización: la violencia y el ámbito de libertinaje de la trama, y un rey de la vida real, Francisco I de Francia, que es mostrado como un violador, eran motivos para irritar a los censores. Mientras la composición se ponía en marcha, Piave y Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice, libraban una verdadera batalla contra la censura a espaldas de Verdi: era mejor que el músico se ocupase de trabajar en paz, mientras ellos atendían estos incómodos asuntos en la ciudad; sin haber obtenido aún la autorización, optaron por una “mentira piadosa” y le dijeron que todo estaba en orden.

Pero este engaño bien intencionado se descubrió el 1° de diciembre de 1850, cuando Carlo Marzari, director del teatro, le escribió a Verdi para advertirle que si bien no había recibido ningún comunicado oficial, circulaban fuertes rumores de que la Oficina de Orden Público no autorizaría la representación de la ópera sobre El rey se divierte, aún con los cambios que pudieran plantearse. De acuerdo a las previsiones el comunicado llegó de inmediato y el "no" tan previsible fue rotundo. Pero a pesar de todo, las autoridades de La Fenice reconstruyeron su ánimo y encararon una serie de modificaciones: el texto, que en su versión anterior se llamó La maledizione y donde el monarca francés aparecía reemplazado por un señor feudal, pasó a llamarse Il duca di Vendôme. Aunque la aprobación de este libreto haya tenido éxito, a Verdi no lo convenció la reescritura de un texto al que sentenció como carente de fuerza e interés. Por la proximidad del inicio de la temporada de La Fenice, su idea de abandonar el proyecto causó alarma. Al borde de la desesperación, Piave y Marzari se reunieron una vez más con las autoridades y se selló un nuevo acuerdo: los personajes originales no sufrirían modificaciones, el personaje que reemplazaba a Francisco I podía ser un poderoso libertino y no había problemas con que el bufón fuese deforme, aunque era imperioso tratar la escena del secuestro de Gilda según las normas de la decencia. Como en la versión definitiva del texto la acción transcurría en Mantua, fue necesario cambiar los nombres de algunas familias existentes por entonces. Por último la ópera, rebautizada como Rigoletto (nombre tomado de una parodia que se hizo en París de la obra de teatro) vería la luz tras haber superado todos los obstáculos.
 

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