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Macbeth
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El Macbeth de París

El Macbeth al que los amantes de la ópera están acostumbrados, no es el mismo que el público del Teatro alla Pergola aplaudió en 1847. Es el resultado de la versión para París, versión en la que junto a mucho de la original conviven unos cuantos momentos escritos a casi 20 años de su estreno. La experiencia ganada durante ese período se refleja en los contrastes entre el estilo de composición verdiana de los primeros años, y los logros de madurez entre los que se manifiesta un tipo de sonoridad y escritura vocal que reencontraremos en sus más grandes dramas.

Esta revisión es producto de un encargo del editor Léon Escudier, que se remonta a 1864 y en el que le pedía a Verdi la sustitución de un coro en el momento de la muerte del protagonista y la introducción de un ballet. Cuando el compositor tomó su partitura después de tantos años se manifestó muy contrariado: “En la lectura de esta música fui golpeado por cosas que no habría deseado encontrar. Por decirlo en una palabra, hay diversos fragmentos que son débiles, o faltos de carácter, lo cual es aún peor”, le escribió a Escudier. Se impuso un trabajo más profundo y más completo, que se puede sintetizar así:

1- Un aria para Lady Macbeth en el acto II (La luce langue).
2- Diversos trozos a rehacer en la visión del acto III (en definitiva, este acto sería casi completamente renovado).
3- Reescritura completa del aria de Macbeth del acto III (terminó transformándose en el duetto Ora di morte e di vendetta).
4- Retoque de las primeras escenas del acto IV (reescritura del coro de apertura, retoques en la instrumentación del aria para el tenor).
5- Reescritura del final de la ópera, con la eliminación de la muerte del protagonista (Mal per mè che m’affidai; en la práctica se reescribió todo, desde el final de la romanza de Macbeth hasta el final de la ópera).

Y por supuesto la introducción del infaltable ballet, destinado al acto III. También se cambió el tempo en el adagio y en la última parte del gran duetto del acto I. Verdi explicaba que para el final no podría escribir otra cosa que un himno de victoria, pues si la pareja central ya no estaba en escena los demás no tendrían mucho para hacer. Es interesante citar sus palabras acerca de la resolución de la batalla final: “¡¡¡Ustedes se reirán cuando escuchen que para la batalla compuse una fuga!!! ¿Una fuga?... ¡¡¡Detesto todo aquello que apesta a conservatorio, hacía como 30 años que no escribía una!!! Pero les diré que para el caso esta forma musical puede andar bien. Los corrimientos de los temas y contratemas, el choque de las disonancias, el estruendo, etc., etc., pueden expresar lo suficientemente bien una batalla” (carta a Escudier citada por Franco Abbiati en Giuseppe Verdi, Tomo II p. 819 - Ricordi, Milán, 1963).

“Checco” realizó sobre el libreto el trabajo correspondiente y a Verdi lo entusiasmó la idea de que la traducción al francés estuviese a cargo de Edouard Duprez. Hermano de Gilbert, el mítico tenor creador del Do di petto, era apreciado como un hombre culto, excelente conocedor de la lengua italiana y del arte del canto. Pero a pesar del desacuerdo y frustración de Verdi, la tarea finalmente cayó en manos de Nuitter y Beaumont.

La versión modificada de Macbeth se estrenó en el Théâtre Lyrique el 21 de abril de 1865. Consta que la ejecución fue buena, más no el recibimiento, hecho que defraudó profundamente a su creador. Este fracaso coincidió con el estreno póstumo de La africana de Meyerbeer (Opéra de París, 28 de abril) y con el estreno en Génova de Amleto, de Franco Faccio y Arrigo Boito. A raíz de esa incursión shakespeareana olvidada por los tiempos, la crítica lanzó la profecía incumplida de que Amleto abría una nueva era que dejaba en el pasado los nombres de Verdi y Donizetti. Y lo cierto es que la trascendencia del nombre de Boito, merecidamente célebre por su Mefistofele, terminaría estando fuertemente ligada al de nuestro compositor; y al de Shakespeare.

Pese a los ataques de la crítica en su estreno florentino y al fracaso de la versión para París, Macbeth fue una ópera que aparecía con frecuencia en las carteleras teatrales del siglo XIX. Pero por sus no convencionalismos y por la preferencia del público hacia otras creaciones de Verdi, cayó en olvido y por mucho tiempo fue considerada una “ópera rara”. Durante la primera mitad del siglo XX comenzó a representarse en los escenarios alemanes, hasta que llegó el momento de su rescate en Italia en la temporada 1952 del Teatro alla Scala de Milán. Dirigidos por Victor De Sabata, los intérpretes principales fueron Maria Callas y Enzo Mascherini. A partir de ese momento, Macbeth pasó a integrar con frecuencia el repertorio de los principales teatros del mundo. Comprobarán al leer el párrafo siguiente, que nuestra ciudad fue privilegiada al asistir a su exhumación local en 1939.
 

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