El padre de Haydn se casó dos veces y tuvo 20 hijos. El hogar era muy humilde pero el cultivo de la música llamada popular (el progenitor tocaba el arpa y cantaba con voz de tenor, la madre con voz de soprano) era una costumbre que despertó en nuestro compositor una vocación tan pronunciada, que hizo que antes de los seis años fuese enviado a Hainburg con su primo Franck. Éste oficiaba como maestro de escuela y cantor de iglesia, y gracias a la mudanza el niño pudo educarse y adquirir el dominio del canto y de varios instrumentos de cuerda y viento. Tuvo la suerte de ser admitido en el coro de la Catedral de San Esteban, donde cuentan que su director, Georg Reuter, no le enseñó demasiado. Por la belleza de su timbre vocal se desempeñó como solista hasta la pubertad; también se refiere que con el cambio la voz se le afeó a tal extremo, que hasta la emperatriz María Teresa sentenció que Haydn no debía cantar más porque “cacareaba”. Regresó a la masa del coro y por último fue expulsado a los 17 años a causa de una travesura. Sin un puesto fijo pasó por un período muy apremiante, bastante largo pero afortunadamente el último de su vida.
Se las arreglaba como le era posible, debía pasar por momentos muy duros desde el punto de vista material, pero por sobre todo estudiaba. Philip Downs (La Música Clásica – La era de Haydn, Mozart y Beethoven. Akal, Madrid, 1998, p. 209) hace hincapié en lo poco profundo de la formación musical que Haydn había adquirido en sus primeros años, y en su enorme tarea como autodidacta con la ayuda de tratados como Gradus ad Parnassum de Joseph Fux, Der vollkommene Kapellmeister de Johann Mattheson y Versuch I de Carl P. E. Bach, junto con las sonatas publicadas por este compositor. Su primer contacto con el mundo de la ópera seguramente sucedió al impartirle lecciones de piano a un protegido del poeta Metastasio, relación que lo llevó a conocer al compositor Nicola Porpora. Acompañó a algunos de sus alumnos de canto y en medio de malos tratos diversos (el mal genio de Porpora quizás sea más conocido que sus óperas) ganó en experiencia, se familiarizó con el idioma italiano y conoció a figuras del mundo musical vienés.
Aunque sus primeras composiciones datan de mediados de la década de 1750, se supone que comenzó a componer luego de su expulsión del coro de San Esteban, en 1749. Hacia 1757 su situación económica comenzó a mejorar gracias a la publicación de los primeros cuartetos para cuerdas y su primera ópera, Der krumme Teufel (El diablo rengo) también tuvo éxito pero su partitura se perdió. En 1759 consiguió empleo, al ser contratado por el Conde Morzin para que se hiciese cargo de su orquesta de 16 músicos, conjunto destinatario de la primera de sus 107 sinfonías. El empleo le duró poco porque el Conde no pudo continuar solventando a sus músicos, pero en la presentación de aquella Primera sinfonía estuvo presente quien sería su futuro patrón.
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