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Tito Vespasiano Es oportuno dedicar algunas palabras al personaje histórico que inspiró el drama metastasiano. Antes de trazar un perfil del magnánimo emperador, haremos una síntesis de la época inmediata que lo precedió. Tras la muerte de Nerón (año 68 de nuestra era), Roma vivió uno de sus tantos períodos sanguinarios y convulsionados, conocido como "el año de los cuatro emperadores" (68-69). En ese lapso subió al trono Galba, quien luego de su asesinato fue reemplazado por Otón. Éste último, ante su inminente fracaso político, se suicidó y lo sucedió su contrincante Vitelio, quien a su vez fue desplazado por Tito Flavio Vespasiano, proclamado emperador por el prefecto de Egipto; en medio de una revuelta, Vitelio fue asesinado por el pueblo.
Tito Flavio Vespasiano no tenía sangre noble pero era un militar de alto rango, con una gran reputación en todo el imperio, y contaba con el apoyo de las legiones, arma esencial para llegar al poder. Fue emperador de Roma desde 69 hasta 79. Su mandato se caracterizó por la austeridad, el desprecio por el exceso de honores, la buena administración y la reorganización política, civil y militar; el contraste con el demencial período de Nerón fue muy marcado. Entre sus campañas militares causó gran conmoción la destrucción del Templo de Jerusalén, en 70. Es célebre el hecho de que en el instante previo a la muerte, a los 70 años, se alzó de la cama y dijo "un emperador debe morir de pie". Lo sucedió su hijo Tito, y tras la temprana muerte de éste, ascendió al trono su otro hijo, Domiciano. Los tres conforman la dinastía Flavia.
Al suceder a su padre, a quien había acompañado en varias campañas, Tito Vespasiano tenía 40 años. Debió enfrentar el desastre de la destrucción de Pompeya y Herculano a causa de la erupción del Vesubio, y la desgracia de un gran incendio que asoló a Roma. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para socorrer a los damnificados. Es sumamente notorio el hecho de que jamás firmó una condena a muerte, e incluso les perdonó la vida a quienes conspiraron contra él. Terminó la construcción del Coliseo, iniciada por su padre, y fomentó los juegos, combates y naumaquias (batallas navales) que allí se celebraban. Esto último se muestra como una contradicción al aspecto magnánimo de su personalidad, pero es necesario comentar dos cosas. Quizá esté demás aclarar que, como en todas las épocas, el pueblo castigado necesitase de los espectáculos como vía de escape a sus padecimientos. Y en segundo lugar, las luchas encarnizadas entre gladiadores y fieras traídas de las lejanas provincias romanas, que sin lugar a discusión fueron producto del costado bárbaro de una época muy distinta a la nuestra, tuvieron una finalidad persuasiva. Era necesario convencer al pueblo para poblar los confines del imperio y mostrar que las fieras, cuyas descripciones al correr de boca en boca sobrepasaban el límite de la exageración, no eran los monstruos invencibles que atormentaban la imaginación de los ciudadanos, y podían sucumbir bajo las armas de un gladiador.
Tito Vespasiano murió en Sabina en el año 81, a causa de una epidemia de peste. Por sus cualidades y su preocupación por el bienestar del pueblo, fue llamado "delicia del género humano".
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