Por Claudio Ratier

Una travesía iniciática

París
El Holandés Errante
Estreno y repercusión mundial


París

Luego de unos días tranquilos en Londres, los Wagner, acompañados por el inseparable Robber, cruzaron el Canal de la Mancha a bordo de un vapor. Al llegar a Francia permanecieron más de veinte días en Boulogne sur Mer, donde el objetivo de Wagner fue conocer a Giacomo Meyerbeer, quien se encontraba de descanso en esa localidad. Recibido por el aclamado compositor le mostró los dos primeros actos de Rienzi , lo que le valió la aprobación y recomendaciones para la Opéra de París, que contra toda esperanza no darían fruto alguno.

El 17 de septiembre Wagner llegó a la gran capital europea, donde conocería momentos de gran desazón. Transcurrieron los días y el dinero obtenido en Riga se esfumaba, no había ingresos y las viejas deudas quedaron sin saldar. Minna debió empeñar su costoso vestuario teatral en un montepío para no recuperarlo jamás. Ante tanta zozobra, Robber los abandonó. Los esfuerzos por ganarse un lugar en la vida musical parisiense eran inútiles a pesar de las recomendaciones de Meyerbeer, y nuestro genio debió hacer trabajos denigrantes para un editor llamado Schlesinger, como por ejemplo arreglos para salón de La favorite de Donizetti. Wagner dudaba de su talento, caía en profundas depresiones y hasta pensó en abandonar la composición y dedicarse a escribir. A cambio de sumas no precisamente generosas, enviaba artículos sobre música a diferentes publicaciones.

A mediados de 1840 seguía trabajando en Rienzi , imposible para París, mientras le rogaba a Meyerbeer que intercediera por él ante la Opéra con motivo de un nuevo trabajo que tenía en mente. En la capital francesa Wagner frecuentaba los círculos artísticos y conoció a su admirado Heinrich Heine, el gran poeta romántico que debió abandonar Alemania a causa de sus ideas. Sabemos que el compositor conocía la leyenda del Holandés Errante, emparentada con la leyenda cristiana del Judío Eterno (un judío que por no haber sido piadoso con Jesús durante su ascenso al Calvario, fue condenado a vagar por el mundo hasta el día del Juicio Final). Heine, en un texto en prosa conocido como Memorias del señor von Schnabelewopski refiere la leyenda:

"Seguramente conocen el relato del Holandés Errante. Es la historia del barco fantasma que nunca puede tocar puerto y que todavía hoy, desde tiempo incalculable, vaga por los mares. Si uno se encuentra esta embarcación, algunos de la lúgubre tripulación se le acercarán en un bote y le pedirán que lleve consigo un paquete de cartas. Estas cartas deben clavarse en el mástil, pues de lo contrario al barco puede sucederle una desgracia, más si a bordo no hay ninguna Biblia ni alguna herradura en el trinquete. Las cartas siempre van dirigidas a hombres ignotos o que han muerto hace mucho, de forma que a veces el bisnieto recibe una carta de amor dirigida a su bisabuela, que yace en la tumba hace más de cien años. Ese fantasma de madera, esa espantosa embarcación, toma su nombre del capitán, un holandés que en cierta ocasión juró por todos los demonios que, a pesar de la fuerte tormenta que lo azotaba, doblaría cierto cabo, cuyo nombre no recuerdo, y que, asimismo, navegaría hasta el día del Juicio. El diablo le tomó la palabra y ahora tiene que errar por los mares hasta ese día, a menos que sea redimido por la fidelidad de una mujer. El diablo, como es tonto, no cree en la fidelidad de las mujeres, y por eso le permite al capitán maldito bajar a tierra cada siete años para casarse y lograr la salvación. ¡Pobre holandés¡ ¡Cuántas veces se conforma con liberarse del matrimonio y deshacerse de su redentora! Entonces regresa nuevamente a bordo." (Heinrich Heine, Memorias del señor von Schnabelewopski , cap. VII - fragmento).

Impresionado aún con sus vivencias en el mar, y con el pensamiento puesto en la leyenda del holandés maldito, Wagner escribió en 1840 un boceto en prosa del libreto de la que sería su cuarta ópera y lo sometió a la aprobación de Heine. El propósito era mandárselo a Pillet, el nuevo director de la Opéra. Mientras , seguía trabajando en la partitura de Rienzi.

El primer texto de El Holandés Errante ( Der fliegende Holländer ) quedó listo en diez días, en mayo de 1841. Transcurría en la costa escocesa y en sus páginas Daland aparecía como Donald, Erik como Georg. Finalmente trasladó la acción a la costa noruega, los nombres fueron cambiados y apareció el de Senta, en recuerdo a que durante aquellos días en Sandvigen, Wagner había escuchado que a una joven le decían " jente " ("muchacha" en noruego). Mary, la nodriza, conservó su nombre original.


Lo único que obtuvo de la Opéra fue el pedido de la cesión de los derechos del boceto presentado el año anterior, a cambio de 500 francos, para que Pierre Louis Philippe Dietsch compusiese una ópera llamada Le vaisseau fantôme , que resultó ser un fracaso absoluto. Este dinero le sirvió para resistir por un tiempo, mientras comenzaba a componer la ópera y recibía la noticia de que Rienzi sería ofrecida en Dresde. La partitura de El Holandés Errante fue concluida en menos de cuatro meses.

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