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Carla Filipcic Holm es Tatiana
Por Inés María Agosta
LA NACION, 9 de noviembre de 2012


La soprano argentina protagoniza Evgeny Onegin, la ópera de Tchaikovsky con la que Buenos Aires Lírica cierra su temporada 2012

Con la tremenda responsabilidad de ponerle el cuerpo a la Tatiana de Evgeny Onegin , la ópera de Tchaikovsky con que Buenos Aires Lírica cierra el año, nadie diría que Carla Filipcic Holm llegó al mundo de la ópera casi por casualidad. Amante de las comedias musicales y del heavy metal, empezó a estudiar canto a los 17 años en el Conservatorio Nacional de Música Carlos López Buchardo. A partir de entonces, los caminos la fueron guiando hasta llegar a incorporarse en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y más adelante a perfeccionarse en Nürnberg (Alemania) con Siegfried Jerusalem.

-¿Cómo empezaste tu carrera como cantante de ópera?

-Es muy raro porque no es que dije "quiero ser cantante": simplemente empecé a estudiar porque cantaba mal y tenía que aprender la técnica. Después vi que las reacciones de los demás eran positivas y fue así como se fue dando. Esta carrera no pasa sólo por la voluntad sino porque se te abran ciertas puertas. Entré por un lado bastante raro y tardé en llegar a estudiar en el Colón... di mis vueltas. Recién empecé la carrera a los 24 años, edad en que muchos la están terminando.

-¿Hay músicos en tu familia?

-Sólo mi hermana, pero lo tenemos en los genes. Somos también ciudadanas de Estonia (por el lado de mi mamá) y es un pueblo que tiene una tradición de canto muy fuerte. No tienen la timidez para cantar que nosotros tenemos. Mi hermana, que es diseñadora gráfica, tiene una banda de heavy metal. Ése era mi sueño cuando era chica, pero nunca tuve una personalidad muy rockera.

-¿Cuál fue la mayor dificultad con la que te enfrentaste en tu profesión?

-Aprender a domar ciertas cuestiones que pasan por el ego, por acostumbrarse al hecho de que desde el momento en que uno está parado en un escenario les da vía libre a los demás para que digan lo que quieran. Poder separarse de las expectativas y de las respuestas del afuera y aprender a salvarse de ese tipo de influencias es lo que más me costó.

-¿En algún momento esta exposición te llevó a no querer estar arriba del escenario?

-Sí, en algún momento sentí mucho miedo de salir a cantar y de no poder dar lo que la gente esperaba. Por suerte lo superé..., por ahora [risas]. El gran enemigo de uno en esta profesión es querer dejar a todos contentos y, con tantas voces y deseos ajenos en tu cabeza, te perdés. Hay que saber tener un filtro y que sólo unas pocas personas en las que depositás tu confianza sean las que te den su opinión. Yo, por ejemplo, sigo confiando en quienes fueron mis maestros; los valoro, los respeto e intento encontrar un equilibrio entre esas distintas miradas.

-La mayor dificultad la encontraste en algo ajeno a lo artístico.

-El estrés del escenario es inherente a la profesión también. Son muchas cosas que hay que incorporar a la mente. Es como una autopista en la que van de la mano la actuación del momento, con la marcación musical, la marcación escénica, la improvisación?

-¿Hay mucha improvisación en la ópera?

-No hay mucho margen de improvisación, pero al menos yo improviso todo el tiempo, nunca hago dos veces lo mismo en cuanto a gestos y movimientos, pero vocalmente también. Tomás la energía del día, de tu compañero, del público, y eso te modifica, es lindo que tenga espontaneidad, pero para eso es importante hacer bien el trabajo previo.

-¿Te especializaste en repertorio alemán?

-En realidad me fui a Alemania porque había un maestro allá con el que quería estudiar y las obras que veíamos eran alemanas, por eso quizá se me asocia con ese repertorio. Sí es cierto que tengo afinidad con esas obras y me gusta poder traer a la Argentina lo que aprendí allá. Pero algo bueno que tiene este país es que es difícil que a uno lo encasillen y así se pueden transitar por muchos estilos diferentes.

-¿En qué idioma te gusta más interpretar los roles?

-El gusto no pasa por el idioma sino que por el lenguaje musical, cómo está escrito. En el caso de Evgeny Onegin tiene una música con colores bellísimos y está en ruso, que es un idioma que está bueno para cantarlo pero aprenderlo es superdifícil. Es la primera vez que canto un idioma que no hablo y es desesperante. Es un proceso muy largo hasta que entendés cada palabra qué significa y ahí lo empezás a disfrutar. Me llevó mes y medio más o menos aprenderme el libreto.

-¿Cuál creés que es la función social de la ópera?

-Nuestro trabajo está destinado a un grupo chico de personas, pero nunca se sabe cómo un espectáculo, al detonar emociones, puede modificar la vida o actitudes de los demás. La ópera es una experiencia que hay que sentir en el cuerpo?, más gente tendría que salir de la comodidad e incorporarla a su vida sin miedo porque lo hace a uno ser más sensible.

-¿Cómo te relacionas con Tatiana?

-Hace años, cuando vi esta obra por primera vez en el Colón, sentí que quería cantarla. Es de las obras que más me movilizan musical y dramáticamente dentro de todo lo que canté hasta ahora. A eso se suma que interpreto un personaje con el que me siento muy identificada porque toda mi vida fui un poco "tatianesca", siempre tuve un temperamento melancólico. Es un rol que disfruto muchísimo, como pocos, porque tiene una posibilidad expresiva muy grande. Además es un ser muy especial, querible, noble, sencillo, que incluso los momentos dramáticos los supera con una gran sabiduría instintiva. No puedo poner en palabras lo contenta que estoy porque éste es un trabajo que disfruté y que sigo disfrutando. Sólo espero que la gente también se emocione.

 
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