BUENOS AIRES LÍRICA - La experiencia de la opera
 
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Conmovedora Madama Butterfly de Buenos Aires Lírica
Por Rodolfo López
HOST NEWS, Martes 1º de junio de 2010

Fiel al objetivo central de Buenos Aires Lírica, que es el de aportar calidad y brillo a la vida cultural de Buenos Aires, se presentó el pasado viernes el segundo título de la temporada, Madama Butterfly con un resultado que hace gala a los objetivos enunciados.

La misma obra de Puccini, con la que la asociación comenzara su fructífera trayectoria como “la nueva ópera de Buenos Aires”, iluminó nuevamente la muy querida sala del teatro Avenida, hoy ya un símbolo del refugio del género durante la ausencia del Colón. Disipada la parafernalia de los festejos del bicentenario finalizamos la semana con el regocijo propio de una cuidada, prolija y muy bien interpretada Madama Butterfly.

Para Florencia Fabris, meterse en la piel de la atormentada Cio-Cio-San, por primera vez en su carrera, resultó seguramente un serio desafío del cual salió airosa y reconocida por los prolongados aplausos. Una voz privilegiada respaldada por una dúctil actuación hasta en los más pequeños detalles gestuales. Su contextura física la acompañó en las características del personaje y su voz resultó extremadamente convincente.

La célebre aria “Un bel dí vedremo” ha sido cantada por figuras destacadas de la lírica, transformándose en un clásico en donde las comparaciones pueden resultar un inevitable compromiso para quien debe interpretarla. Fabris lo hizo sin ningún complejo, regalando a los presentes una profunda emoción.

El elenco fue nuevamente parejo, brindando una compacta integración entre cantantes y músicos, destacándose los roles encarnados por Vanesa Mautner como Suzuki; Enrique Folger, un desalmado Pinkerton; Ernesto Bauer, en un sobrio sharpless y Santiago Bürgi, en su colorido Goro.

La dirección orquestal contó con la acostumbrada maestría de Carlos Vieu, y el coro volvió a lucirse bajo la dirección de Juan Casasbellas.

La puesta en escena de Crystal Manich estuvo impregnada de matices que transitaron por la esperanza, la desazón, la angustia, la pasión y la tragedia de un neto perfil oriental, incluyendo algunos recursos simbólicos de gran efecto en el comienzo de la segunda parte del acto segundo.

Fue muy atinado el vestuario de Lucía Marmorek, acertada también la iluminación de Gabriel Lorenti, realzando un bello diseño de escenografía de Nicolás Boni, producido por la Asociación Cultural el Círculo de Rosario en el año 2006.

En síntesis, un espectáculo que reafirma el camino de constante crecimiento de Buenos Aires Lírica en un momento muy oportuno, para la puesta en valor de las profundas raíces culturales que Buenos Aires supo cobijar a lo largo de 2 centurias.

 
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