BUENOS AIRES LÍRICA - La experiencia de la opera
 
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Fidelio - En el Teatro Avenida. Buenos Aires Lírica
Por Dr. Alberto Leal
OPERA IN THE WORLD, Domingo 11 de abril 2010

Opera en dos actos con música de Ludwig van Beethoven y libreto de Joseph Sonnleithner, Stephan von Breuning y Friedrich Treitschke.
Interpretada por la orquesta y el coro de Buenos Aires Lírica (dirigido por Juan Casasbellas).

Dirección general: Guillermo Brizzio.
Puesta en escena: Rita de Letteris.
Escenografía y vestuario: Daniela Taiana.
Iluminación: Alejandro Le Roux.

Intérpretes: Leonardo Estévez, Homero Pérez-Miranda, Peter Svensson, Carla Filipcic-Holm, Hernán Iturralde, Ana Laura Menéndez, Gustavo de Gennaro junto con los actores Alejandro Ares, Julián Mardirosiann, Martín Palladino y Rubén Santti.

Como obra de apertura para la actual temporada, Buenos Aires Lirica eligió “Fidelio” de Beethoven. No es una elección simple debido a los requerimientos vocales y musicales de la misma.
Estrenada originalmente en 1805, como “Leonore”, sin éxito de público, fue corregida y reestrenada en 1806 como “Leonore, o el triunfo del amor conyugal”, siguiendo la misma suerte de la primera versión. Finalmente en 1814 se estrenó la versión definitiva, como hoy la conocemos, con el nombre de Fidelio y gran éxito de público.
En esta obra, su única opera, como en el resto de sus trabajos, se constata claramente el fin del clasicismo y el principio del romanticismo, aunque Beethoven con su pasión y contradicciones internas genere pautas para ser seguidas en el nuevo estilo.
Siempre ha sido una obra que me asombró, más allá de sus cualidades musicales, es increíble para la época las posibilidades actorales de la obra, y la forma en que logra conmover en gran parte de la misma. Es realmente una obra única sin comparación posible.

Pero además, aunque el centro de la  trama sea una historia de amor, dado al contexto en que se desenvuelve, se convierte en un drama universal, y desgraciadamente con vigencia hasta nuestros días. La injusticia, la opresión siguen siendo moneda corriente en la sociedad en que vivimos.
Este hecho permite que Fidelio pueda ser escenificada de las más distintas formas, ambientada en distintas épocas y lugares, sin perder para nada su
eficacia dramática.

Buenos Aires Lírica brindó una digna versión, no libre de algunos altibajos.
La orquesta no sonó bien en el primer acto. Problemas de afinación  y dinámica de volumen deslucieron su trabajo. Mejoró sensiblemente en el segundo acto, aunque el Maestro Brizzio pareció no encontrar, en general, un punto de equilibrio entre el escenario y el foso, aún considerando la dificultad de la partitura. No fue incluida la obertura III, que aunque no obligatoria, se introduce tradicionalmente antes de la escena final.

El Coro realizó un encomiable trabajo, que llegó a su punto más brillante al incorporarse las voces femeninas, en el momento de la liberación de los prisioneros.
Valioso trabajo de Daniela Taiana, presentando una escenografía sobria pero no libre de un sentido de opresión en todo momento. Además de estética, en la medida posible, y con facilidad para los cambios. Su vestuario de época se basó en una grata paleta de colores y en algunos casos, como el traje lucido por Pizarro, muy logrados. Muy buena la iluminación de Alejandro Le Roux.
Rita de Letteris no acertó con su puesta, demasiado estática, desaprovechando situaciones de claro dramatismo y con una tendencia marcada a la frontalidad, que convirtió la escena final virtualmente en un oratorio.

Carla Filipcic-Holm volvió a mostrar su talento. Con una voz de bello timbre, muy buena extensión, volumen y excelente línea de cantó brindó una brillante versión del recitativo y aria de Leonora. Correcta como actriz, no posee el tipo físico necesario para hacer totalmente creíble su papel. Tal vez, con una marcación que la llevara a tener una actitud más masculina, cuando es requerida, su rol hubiera tenido un nivel de excelencia. Pero la hondura y belleza de su canto compensaron esa falencia.
Hernán Iturralde como Rocco fue la figura más completa del reparto. Cantó con autoridad, muy buena voz y afinación y actuó en forma excelente un difícil papel que se debate entre dos mundos, aportando una buena dosis de compasión en su canto y su actuación.
Homero Pérez Miranda reiteró los logros obtenidos en la temporada anterior.
Esta vez con una tesitura más acorde a su voz, cantó en excelente forma y – como de costumbre- su desenvolvimiento escénico y su porte fueron un plus para su prestación. Tal vez fue menos diabólico que otros Pizarros que hemos visto, pero su desempeño como un todo fue convincente y de excelente nivel.
Leonardo Estévez (Don Fernando) cantó con decoro su parte, con una buena línea de canto. Si pudiera frecuentarlo, seguramente lograría sacar mayor provecho del mismo. Ana Laura Menéndez (Marzelline) se movió bien en escena, aunque por la puesta fue privada de su acercamiento final a Jaquino. Pero no fue convincente en lo vocal. Su voz sonó por momentos demasiado blanca y su canto carente de expresión, aunque siempre afinada. Su técnica vocal parece necesitar más trabajo.
Correcto, pero en general poco audible el Jaquino de Gustavo de Gennaro.

Es difícil hacer un comentario sobre el tenor Peter Svensson, quien cubrió la difícil parte de Florestán, en reemplazo del anunciado Enrique Folger.
Es un tenor que realiza una carrera interesante en varios teatros de Europa.
Su voz es la de un auténtico Heldentenor.  Gran volumen al que acompaña un bello timbre. Pero, por lo menos en la función presenciada,  problemas de afinación, agudos sucios e inseguridad en general hacen imposible su evaluación, considerando sus antecedentes.

Tal vez una mala noche o algún problema físico, de otra manera cuesta entender su inclusión en este reparto.
Buenos Aires Lírica está mostrando que no existen límites con respecto a los títulos que aborda. Fidelio es una ópera dura, difícil en todo sentido. Animarse y lograr una función más que decorosa es todo un acierto, incluyendo algunas intervenciones realmente brillantes. Esperamos que la temporada siga por el mismo camino, con riesgo, pero también con talento y energías para enfrentarlo.

 
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