Por Claudio Ratier
los primeros años
La gestación de Ernani
El estreno

Algunas palabras acerca
de la música

hernani y su autor
Ernani en Buenos Aires *

El estreno

Ernani se estrenó en La Fenice el 9 de marzo de 1844, con el tenor Carlo Guasco en la parte principal (llegó a Venecia la última semana de febrero y, para sorpresa de Verdi, aún no sabía la música), la soprano Giovanna Löwe como Elvira, el barítono Antonio Superchi como Don Carlo y el bajo Antonio Selva como Silva.

Mientras una atmósfera vertiginosa y febril precedía al estreno, el público aguardaba la obra con entusiasmo y llegaban melómanos de diversas ciudades italianas para presenciar el acontecimiento. El ensayo general funcionó muy bien y las melodías de la ópera ya se canturreaban por las calles antes del estreno, pero... todo puede cambiar a último momento.

Instantes previos a levantarse el telón, la noche de la premiére , el tenor Guasco gritó a más no poder contra la organización del teatro: tan irrespetado se sintió, tanto levantó su voz, que quedó afónico y dijo "no puedo cantar". Faltaba parte de la escenografía y los trajes estaban sin terminar. La Löwe se sentía muy desairada porque consideraba que su parte no era del lucimiento que ella esperaba y, a causa de este humor, desafinó durante toda la representación. No es difícil suponer cómo se sentía Verdi en esos momentos. Se alzó el telón y el público presenció un estreno deficiente, con un tenor afónico, una soprano desganada que cantaba las notas por aproximación y un bajo quizá demasiado joven para hacer de anciano. Pero para gran sorpresa el auditorio aplaudió, aceptó la obra y el compositor debió salir a saludar en reiteradas oportunidades, gracias a que la excelente partitura se colocó más allá de las deficiencias de los intérpretes. Al salir del teatro Verdi fue vivado y acompañado a su residencia por una banda musical, en medio de gritos entusiastas. Tras el éxito de Nabucco , Verdi había sido recibido con gran afecto y admiración en los salones milaneses, como el de los Maffei o el de Giuseppina Appiani. Ahora, comenzaba a ser invitado en los palacios donde se daban cita la aristocracia y la intelectualidad de Venecia.

A la segunda o tercera representación, los cantantes depusieron sus actitudes, arreglaron sus diferencias, se dispusieron a hacer las cosas bien y el aspecto deficiente mejoró. Una vez terminada la temporada de La Fenice , otro teatro veneciano, el San Benedetto, hizo una reposición con cantantes mejores que los del estreno y Ernani se convirtió en uno de los títulos favoritos de la serenissima ciudad adriática.



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