BUENOS AIRES LÍRICA - La experiencia de la opera
 
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Prensa
El emperador magnánimo en busca de la verdad
Por Pablo Lucioni
CANTABILE. Julio-agosto de 2003

BUENOS AIRES LÍRICA LLEVARÁ AL ESCENARIO DEL TEATRO AVENIDA LA CLEMENZA DI TITO, DE W. A. MOZART, LOS DÍAS 21, 24, 29 Y 30 DE AGOSTO. ESTA ÓPERA, TAN ESPECIAL DENTRO DE LA PRODUCCIÓN MADURA DEL COMPOSITOR, PRESENTA DESAFÍOS EN MÁS DE UN ASPECTO. HABLAMOS CON SUSANA FRANGI, LA DIRECTORA MUSICAL, Y CON EL MULTIFACÉTICO MARCELO LOMBARDERO, QUIEN TENDRÁ A SU CARGO LA PUESTA EN ESCENA.

Susana Frangi

- Susana, ¿qué tiene de particular para vos La clemenza di Tito?

- Me parece una obra interesante, aunque, como sabemos, no es de las más representadas de Mozart. Él la escribió en 1791, el año de su muerte, con motivo de la coronación de Leopoldo II como Rey de Bohemia. El tema que se eligió permite mostrar un mundo de lealtades y traiciones, pero Tito no es un personaje real, es una abstracción, porque no tiene ni contradicciones ni dudas, ni comete errores. A poco del comienzo de la ópera, explica que lo importante cuando uno ocupa un trono es "poder alegrar a los oprimidos y premiar la virtud". Esto es lo central de la obra como mensaje, como sublimación de la imagen de un hombre poderoso. En definitiva es la visión que Mozart tenía del poder, y para él debe haber funcionado como una catarsis porque vivió en contacto permanente con los poderosos, entre deslealtades y traiciones.

- ¿Cuáles son las dificultades específicas de esta obra?

- Desde lo vocal no son más grandes que en sus otras óperas, pero hay que hacer un importante trabajo de interpretación porque el personaje de Tito no puede tener conciencia de ser real, así que hay que lograr que el cantante transmita esta personalidad idealizada.

El papel de Vitellia es vocalmente muy comprometido, comprende los extremos del registro, desde un re sobreagudo hasta un do grave. En los elencos se alternarán una mezzosoprano, Virginia Correa Dupuy, y una soprano, Carla Filipcic.

La partitura requiere una orquesta dentro de la tradición de Mozart, aunque presenta como novedad partes de mucho riesgo, de bravura, como por ejemplo las asignadas al corno di bassetto, por encima del nivel de dificultad que se le presenta normalmente a un solista de orquesta.

- ¿Qué tiene de especial ser mujer en un ámbito tan cerrado como el de la dirección orquestal?

- Estamos acostumbradas a que habitualmente sea el hombre el que ocupa los espacios de poder y de decisión, e históricamente ha sido así. Con el tiempo la mujer ha ido ganando distintos espacios, pero la dirección de orquesta es un terreno donde hay mucho por hacer, en especial en la dirección de ópera, pues en la música sinfónica y de cámara hay más presencia. El año pasado me invitaron a dirigir L'occasione fà il ladro de Rossini en el Teatro Colón, dentro de la temporada oficial, y fue la primera vez que una mujer dirigió una ópera en este teatro, prácticamente un hecho histórico. Eso da una pauta de cuán apartada ha estado la mujer de estos lugares. Cuando trabajo me enfrento permanentemente a la posibilidad de que digan que me equivoco por ser mujer, así que tienen la excusa servida.

- ¿Hay diferencias en la relación con los músicos?

- Me imagino que un director hombre no siente frente a la orquesta y el elenco lo que yo siento. Normalmente tengo con los cantantes una actitud casi maternal. Primero se definen las cosas en el plano musical, establezco con ellos lo que debe hacerse, y a partir de ahí adopto una preocupación por cada detalle y deseo que todo salga perfecto. Entiendo que estoy al servicio del elenco y la orquesta, y no que ellos me tienen que obedecer. Siento que es un trabajo de equipo y mi única función es coordinar los esfuerzos de todos. Parte de esto puede estar relacionado más con mi personalidad que con el hecho de ser mujer.

Marcelo Lombardero

- Marcelo, ¿qué problemas tiene poner en escena esta ópera?

- Podría decirse que La clemenza di Tito ya era demodé para la época en la que fue compuesta. Fue escrita por encargo y pertenece al género denominado "ópera festiva", es decir una obra concebida para festejar algo. Se trata de la mejor música de Mozart, quizás con una base poco feliz en el libreto de Metastasio, que dramáticamente tiene problemas. La ópera no tiene que ver con Roma, sino con la coronación de Leopoldo II. El emperador casi iluminista que nos presenta Metastasio no fue real, ya que el Tito Vespasiano histórico no era en lo más mínimo clemente.

Empecé a trabajar la puesta pensando cómo se veía el mundo clásico en la época de Mozart. En ese entonces no había un concepto de puesta en escena todavía formal, y mucho menos de vestuario, así que se trabajaba con ropa de ese momento, sumadas algunas referencias escénicas al período en que transcurriera la obra, pero siempre desde la perspectiva que se tenía en aquella época.

Llegué a la conclusión de que el desafío era hacer una puesta en estilo, pero en el sentido de presentarla en nuestra modernidad y no en la modernidad de cuando fue compuesta. Decidí ubicar, como entonces, referencias a la Roma Clásica, aunque desde nuestra perspectiva, con la inclusión de algunos datos que aluden al tiempo de Mozart. La puesta no está ubicada en ningún momento específico: es atemporal y el vestuario se podría definir como futurista, con algunos resabios arcaicos.

Quiero darle a la obra un gran impulso teatral, aunque sea poco intensa en lo dramático. Los recitativos son interesantes y hay teatralidad en ellos. Voy a hacer hincapié en la manera de cantarlos y decirlos, ya que es donde transcurre el drama, pues las arias son compartimientos estancos. Decidimos que vamos a acompañarlos con el instrumento de teclado que se usaba en aquel momento: el fortepiano, y no el clave, que en la época de Mozart ya estaba en desuso, aunque hoy se lo haya vuelto a utilizar regularmente. Esto nos va a ayudar porque tiene ventajas en la dinámica y en la forma de articular el acompañamiento.

- ¿Tiene sentido buscar profundidad en la composición de personajes como estos

- No tiene sentido definirlos más allá de lo evidente. Tito es el emperador magnánimo en busca de la verdad y la amistad frente a su antagonista, la princesa Vitellia, que intenta por todos los medios ser emperatriz, pero nunca es elegida y es vengativa. Sesto es el único que tiene cierta humanidad, una descripción psicológica con contradicciones, con su nobleza y su bajeza, es el menos arquetípico de todos. El fin de esta ópera es estético, y no hay lecturas filosóficas, psicológicas ni políticas como sí las hay claramente en otras obras de Mozart.

- ¿Cuáles son las ventajas de trabajar en la ópera dentro y fuera del escenario, como en tu caso?

- En principio soy cantante y la decisión de hacer puestas en escena respondió a una necesidad personal: realicé un par de cosas que me salieron bien y entonces continué. Me sirve mucho tener la visión desde los dos lugares. Cuando soy cantante entiendo la problemática del régisseur, y me he fijado como meta no competir con quien me dirige, ser un simple soldado, y, si puedo, enriquecer actoralmente el rol. Cuando soy director de escena conozco todas las mañas de los cantantes y sé perfectamente las cosas que se pueden hacer o no, y eso lo considero una importante ventaja sobre otros régisseurs.

- ¿Alguna vez hiciste las dos cosas simultáneamente?

- Pocas veces canté y dirigí a la vez, y tuve resultados tanto buenos como pésimos, pero siempre fue en el marco de trabajos que estaban muy pautados. Trato de no hacerlo porque sobre todo se resiente el cantante, dado que el trabajo de réggiseur es duro, muy agotador. Disfruto hacer puestas en escena hasta el día del ensayo general, momento en el que comienzo a sentirme una especie de inútil: quisiera estar arriba del escenario y ante esta imposibilidad me deprimo.

- ¿Te gustaría agregar algo a tus palabras?

- Me gustaría aprovechar para hacer un comentario sobre lo que está pasando actualmente con la diversificación de ámbitos y operas que se producen. En principio me parece fantástico, pero con un par de salvedades.

Se empieza a difundir la idea de que todo es lo mismo, que cualquier obra puede ser hecha en cualquier lugar y cantada por cualquier persona, y no es así. Le exigimos al Teatro Colón un nivel de excelencia, que de hecho lo tiene hasta en el peor espectáculo que produce porque posee una tradición, una estructura y un cuerpo de profesionales capacitados, lo cual no es poca cosa. A veces veo con asombro que espectáculos fuera de este ámbito son juzgados de la misma manera, y viceversa. Es algo que al público no le tiene que importar, porque el público paga una entrada, se sienta y podrá decir si la obra le gusta o no, pero la opinión especializada no parece tomar verdadera conciencia de estos factores, del contexto en el que se producen los espectáculos.

Desde el campo profesional también hay que cuidar un poco más las obras que se hacen, con quién y qué papel se le hace interpretar a cada persona, porque no podemos transformar esto en una máquina picadora de carne humana. Cuando se programan óperas, muchas veces se eligen artistas para asumir los personajes, que en el momento les parecen bien, pero que a futuro pueden perjudicarlos, y no se aprende la profesión correctamente. Se hacen muchos títulos, distintos, no se llega a estudiar como corresponde y eso va en contra de los artistas. La cantidad no nos hace mejores, sino la calidad, esto es lo que nos distingue.

Creo que es una cuestión coyuntural. Espero y supongo que se irá normalizando.

Los elencos y las funciones
Para La clemenza di Tito, tercer título de la primera temporada de Buenos Aires Lírica, los elencos serán los siguientes: Gustavo López Manzitti / Osvaldo Ledesma (Tito Vespasiano), Virginia Correa Dupuy / Carla Filipic (Vitellia), Cecilia Díaz / Adriana Mastrángelo (Sesto), Graciela Oddone / Carina Höxter (Servilia), Adriana Mastrángelo / Cecilia Aguirre Paz (Annio), Alejandro Meerapfel / Nahuel Di Pierro (Publio). Coro de Buenos Aires Lírica y orquesta. Directora: Susana Frangi (director del coro: Juan Casasbellas). Puesta en escena: Marcelo Lombardero. Jueves 21 (Ciclo A), domingo 24 (Ciclo D), viernes 29, (Ciclo C) y sábado 30 (Ciclo B) de agosto a las 20 (el 24 será a las 18). Todas las funciones serán en el Teatro Avenida. Para mayor información: www.buenosaireslirica.org.ar.

 
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